Estrategias para que l@s hij@s coman
mejor
Por:
Dra. Ainhoa Manzano Fernández y
Dr. Juan Luis Martín Ayala, del Centro Universitario de Psicología de la
Familia Etxadi.
Según los especialistas, los adultos
debemos enseñar a los niños que comer es un auténtico placer. Los buenos
hábitos alimenticios empiezan por disfrutar en la mesa, todos juntos, sin
enfados ni chantajes e intentando que esos ratos sean agradables. La falta de
apetito es uno de los problemas que más atormentan a las familias y educadores
llegando a producir auténticos dramas.
A todos nos gustan más unos platos que
otros, y que cuando el niño es pequeño se puede permitir que elija lo que más
le gusta de vez en cuando pero recuerdan que, en general, se debe ir
acostumbrándole a comer de todo. Lo que no se debe permitir es que sólo coma lo
que le gusta.
Los niños que sólo comen dos o tres cosas
suelen ser, además, los que eternizan la hora de la comida. Disponen de varias
'técnicas' para sacar de quicio a la persona que está con ellos mientras comen
(por ejemplo, no masticar, hacer bromas, escupir, etc.).
Cuando un niño come mal es importante
averiguar cuál es la causa, y para ello podemos seguir algunas pistas. Hay que
comprobar que no tiene ninguna enfermedad ni malestar físico que le haga comer
mal, y para ello, hay que consultar a su pediatra. Es importante no comer con
la televisión encendida ni con juguetes que le distraigan y le hagan olvidar la
comida. Hay que respetar escrupulosamente las horas de las comidas, evitando
que coma entre horas. Tenemos que recordar que la comida no debe ser una
obsesión de los adultos, por lo que hay que ponerle al niño una cantidad de
comida prudente. No se trata de que el niño coma grandes cantidades, sino que
coma lo que necesita para disponer de la energía que le permita correr, jugar y
vivir de forma saludable.
En muchas ocasiones ocurre y también
tenemos que tener cuidado y no entrar en su guerra. Han de saber que a nosotros
no nos pasa nada porque no coman, ya que son ellos quienes pasan hambre, no el
resto de la familia. Hay que pactar un tiempo para comer. Retirar el plato sin
enfadarse si no ha comido en un tiempo prudencial. Actuar de esta manera, dos o
tres veces seguidas para que vea que no hay guerra y que si no come, el que
pierde es él, no tú. Por supuesto, no ofrecer nada después.
Tenemos que evitar las comparaciones y
los sobornos para que coman. No poner como referencia a hermanos, amigos, etc.
Igualmente, no 'premiar' (juguetes, etc.) a los hijos si comen todo, ni
utilizar la comida en sí como premio (helado, pastel) o castigo (alimentos que
no les gusten). Hay que ser constante con el plan. Actuar y no discutir con él.
También es muy importante recordar que el éxito es del niño. No presumamos los
padres y educadores.
Finalmente, según los doctores, no hay
que olvidar que la constancia es un arma imprescindible para educar, no se debe
pensar que educar en unos hábitos de alimentación correctos es una tarea fácil,
ni que, aun siguiendo las pautas y recomendaciones anteriores, se solucionará
el problema en una semana.
Por lo tanto, un niño sano no debe tener
problemas para comer si se tiene en cuenta su hambre natural, respetando sus
necesidades alimenticias y sin entrar en su juego de disputa de poder. Al contrario,
la comida puede ser un momento placentero para reunirse toda la familia y
compartir, amigablemente, las inquietudes e intereses de los miembros de la
familia.
Aunque esta situación preocupa mucho a
los padres y se vuelve una causa común de consulta pediátrica, es totalmente
explicable, pues entre los 2 y los 5 años de edad, los niños experimentan una
disminución del apetito por causas fisiológicas normales y ya no aumentan de
peso como lo hicieron durante los primeros 12 meses de vida. Por eso, necesitan
menos calorías.
Consejos para abrir el apetito:
Todo entra por los ojos y la
comida no es la excepción. Crear y diseñar platos atractivos es fundamental.
Los niños también pueden ser
los cocineros.
Los colores estimulan los
sentidos. Utilizar platos de tonos llamativos o con personajes infantiles ayuda
a que el niño se sienta vinculado con la comida.
La rutina hace al maestro.
Cree hábitos alimentarios y establezca horarios de comida.
Permite que el niño utilice
los cubiertos y coma solo; si es muy pequeño puede usar sus manos.
Felicítalo cuando coma bien.
Se paciente: si decide no
comer déjalo que “no coma” hasta la siguiente comida; hacerlo varias veces no
le daña y el niño comprenderá que hay horarios y que sólo en esos horarios se
le dará de comer.
Errores que se pueden evitar:
Menos dulces, más apetito.
No prepares siempre lo mismo.
Cada cosa a su tiempo: si es
hora de comer, no es hora de ver televisión.
Evita usar los alimentos como
premios o castigos.
Cantidad no es calidad; de
nada sirve llenarle el plato como a un adulto y obligarlo a comerlo todo.
No prolongues el tiempo de
las comidas.
Las vitaminas no son la
solución; úsalas sólo con recomendación de tu pediatra.